Las mujeres necesitamos hablar de nuestro parto, necesitamos ponerlo en valor, que sea escuchado. Necesitamos nombrarlo, narrar lo sucedido - a veces con detalle- para lograr una comprensión mayor en cada narración. Si el parto no ha sido como esperábamos, si nos ha pillado por sorpresa el mal trato recibido por parte de los profesionales de la salud que allí estaban presentes, si ha sucedido algo al bebé o a nosotras que nos ha dejado desencajadas, doloridas, indefensas, con más motivo necesitamos ponerlo en palabras, reconstruirlo. Y hacerlo en un contexto protegido, en un refugio, un grupo cuidado por otras mujeres que escuchan atentamente, sin juzgar.

A veces el embarazo puede ser vivido con dificultad, por numerosos factores, nuestro contexto, el momento vital en que nos encontramos con sus repercusiones en nuestra persona, el malestar físico que no sabemos bien cómo manejar, etc.

Lo cierto es que todo ello es normal, la vida está viva, sin embargo, las expectativas, creencias o prejuicios que tenemos acerca de cómo tendríamos que vivir el embarazo o el parto, nos hacen llevarlo con carga, tristeza, tal vez, culpa.

Este grupo es para las mujeres que no han “digerido” su parto, que se han quedado con una sensación de impotencia, culpa, irritabilidad, enfado, que no les permite disfrutar de su maternidad (con sus luces, sombras y recovecos, las mil y una partes que nos conforman).